sábado, 10 de abril de 2010

A todos mis enemigos (D. Rodríguez)

Cae de noche mi frente desde los cielos.
Yo nunca recogí las estrellas que proponían infinito.
Se apagó mi luz cuando aterricé en el suelo confundido, en donde olvidé la dignidad.
Deja llorar a espaldas de mi honra y llama a tu esencia que cimienta mi felicidad.
Atrapado esta mi nombre en el agua que escurre como gotas de pesimismo en las nubes moradas.
Ruego a Dios que vuelva a encontrar los pedazos de mi corazón roto y redescubra su identidad. Ruego al universo que no me haga susceptible en los frentes de nostalgia, que envuelva a aquél hombre por el que me perdí en un sueño de olvido y magia para mi tranquilidad.
Que las neuronas de los horizontes sin inocencia se aniquilen de mi vista.
Yo no sabía de ansias o malicias en primavera, yo no sabía de tus trampas para que cayera la más blanca de mis disposiciones.
¡Oh perdición! Que cuida de cada paso que doy dentro de atmósferas escalofriantes en un mundo de agonía. Un amor destrozado que arrastra mil y un lunas de tribulaciones que quedan muy a parte de este conflicto en la existencia.
Esos enemigos que me hallaron sin que yo los buscara, a ellos me enfrento en cada palabra y en cada canción. ¡OH que ardiente se siente!, despertar en una nueva neblina y saber que están ahí: la nostalgia, el prejuicio, la traición, el pesimismo, la apatía, los imposibles y que al final todos me derrotaran si es que me deshago de las orillas de mi concepción única.

Otro intento en el que desvelo mis ojos sin brillo por estar al alba.
Pierdo el camino, pierdo las riendas.
Me adormezco creyendo en fantasías de apariencia y de una vez muero…
Muero sin poder llegar a la cima de este juego al que llamamos “vida”.

A todos mis enemigos me enfrento; en cada aire, en cada sol, en cada lágrima.
En el techo de tristezas colecciono mis armas de lo patético, de una pretensión a escondidas de mis labios secos.

A todos mis enemigos dejaré entrar a la antesala de mi cerebro, que se instalen en las razones sin fundamento. Que me obliguen a crecer en estas tierras de dolor y sombra.
Ya vendrán las buenas cosas y veré hacia arriba que se escriben mis ganas de ser feliz.

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