sábado, 10 de octubre de 2009

I. La luna de los imposibles: a un ángel miserable (Historias de fantasmas)

Ahora bien, estamos aquí, augurando nuestras entrañas miserables y mi condena es la paciencia que prevalece en una esperanza desagradecida, no me dejes. Aun te tengo a tientas de lo inevitable; pero siempre en mi vida.
No merecemos las sonrisas rotas de cada mañana si siempre eres mi redención, tú, un desierto palpable en agonía condensado en ángel que sin temor me salva de mi tribulación que muerde la sensatez en cada necedad.

Háblame de tus sueños…no tengas miedo de llevar tu utopía hacia lo tardío, que yo te traigo mis manos para consolar el fracaso de fortalezas en tu aura, te entrego mi voluntad insuficiente pero que te sanará de tus dudas si algún día no aparezco.

Cuéntame de tus dolores, ya se que no te sirve de nada mi tempestad cuando las horas no terminan en tu orgullo y mi coraza que me tiene bailando sobre la luna de los imposibles. También se que lo que alcance no te convencerá porque así es en ti.

No llores traiciones rotas porque nadie te busca, no esperes a mis ideas que adivinen tu pensamiento, sólo recuerda que me tienes a pesar de mis años y mis errores…a pesar de mi ira…

No pretendo tener lo que no me queda, perdóname si mis ambiciosas ganas rompen tu holocausto. Perdóname cuando me pierda en mi ternura, perdóname cuando no te espero. Es sólo que vivo para no entenderlo y sólo para plasmarlo en sensaciones caóticas, perdóname por no merecerte…

Ya no intento descifrar tus felicidades desde mi sombra, después de lo que anhelabas me quedo con mi alma gris y con tu tenue luz acerca de mi apariencia. No pido más que aceptes mis pensamientos férreos y una ineptitud que no te ofrece honra.

Ahora bien, deja que tu arena se vaya con el tiempo disfrazado de inalcanzable, no te obsesiones…porque yo le doy a Dios mis hombros para jugar con la luna de los imposibles, yo te ayudo a arrastrar las estaciones inmemorables que se instalan en tu anomia y que arrancan tus ojos. Acompaño a tu padecimiento inverosímil para llenarte de bellos decretos por el descanso de tu frente. Únicamente hace falta de un enemigo sin quererlo: la espera…espérame sin estancarte en los reproches que florecen en tu boca para destruirme.

No seré nada a tus espaldas y con nuestra esclavitud bendita, no me quites el desastre benevolente o la franqueza en tu mirada que de eso respiro. ¿Todavía cuidarás de mi susceptible destino? No te escapes si me malgasto en el trastorno.

Ahora bien, tú eres quien me da futuros, quien me da homenajes, quien me atrapa en alegría. Tú eres quien me da grandeza…

2. Hoy es mundo banal (Historias de fantasmas)

Hoy tengo mi tiempo y la fuga de mis victorias a través de mi letargo.
Hoy tengo las lluvias que tardaron, que me rompen la grandeza de volar desde mis sombras.
Hoy no se qué me pasa…sólo te explico que contra esta elocuencia van mis complejos.
Incontables y refugiados sobre trampas que me cortan. Que me arrancan las alas.
Hoy se desnudan mis prejuicios exiliados en la magia de algún día.
Hoy me doy cuenta que tal vez sólo yo me regale mi lado obscuro y me vuelva pedazos de mierda por ir en busca de dignidad.
Hoy se pelea conmigo mi mente azul, reclamando decisiones y dudando en la mordaza.
Hoy me encuentro como hace años; mis temores descansaron pero yo te conocí y vi en el espejo el estigma que desborda mi idealismo, que me brinda una armadura y que rescata una ambición.
Hoy no te tengo y es una pena descifrarte una hazaña por hacerme sentir, aunque nunca te viví. Después de todo la paliza me la gano yo por jugar con la verdad.
Se que tarde o temprano habré de merecer el mundo banal donde lo que tienes es lo que vales.
¡Que alguien me diga lo que no quiero escuchar, lo que esta bien y esta mal, que me diga quién soy!
Hoy ya no tengo, tal vez tuve, no se si tendré…
Es por eso que conservo una tristeza empapada de hipótesis y lamento que mi esencia se subaste ante el bolsillo de los otros.
Hoy no me conozco y sí invento las resacas que me condenan a la asfixia de tus ojos superficiales. Tras esta valía de existencia me contemplo cuando pongo mis manos en mi frente blanca. Porque otra vez me falló la ilusión, otra vez me compré un sueño de arena y aposté mi ceguera sin claudicar para satisfacer la percepción de los demás.
Hoy no me pertenezco, no caben tantos nudos en mi cuerpo que someten mi fortuna por haberte regresado, es cuando olvido y sólo se que te extraño.
Hoy no me encuentro, quisiera hacer valer mis escudos que de alguna forma me sirven para esta pesadilla. Hoy y sólo hoy podré buscarme, tal vez en una estación, en una canción, en una herida, en tu recuerdo, en mi cabeza, en un insulto o en tu distancia.
Hoy ya lo entendí….
05/octubre/09